Los gatos siameses tienen una característica única que los distingue de otras razas: pueden cambiar de color en ciertas partes de su cuerpo. Esta curiosa transformación está relacionada con su genética y la temperatura de su entorno. Los siameses nacen completamente blancos, pero a medida que crecen, las áreas más frías de su cuerpo, como las orejas, patas, cola y cara, comienzan a oscurecerse, adquiriendo el típico patrón de puntos oscuros que los hace tan reconocibles.
Este fenómeno se debe a un gen conocido como "gen de la temperatura" o "albinismo parcial", que produce un pigmento llamado melanina. En los siameses, este gen es sensible a la temperatura corporal: en las zonas más frías, el gen permite la producción de melanina, lo que causa el oscurecimiento del pelaje, mientras que en las áreas más cálidas del cuerpo (como el torso), el pelaje permanece claro.
El color del pelaje de los siameses también puede variar dependiendo de su entorno. Por ejemplo, en climas fríos, los gatos siameses pueden volverse más oscuros en general, mientras que en climas más cálidos, su pelaje puede permanecer más claro. Este cambio de color es un rasgo exclusivo y fascinante, que los hace aún más especiales entre las razas de gatos.
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