Aunque te ignoren, tus amigos felinos pueden reconocer tu voz y su nombre cuando los llamas. Al oírlo, reaccionan con un tic en la oreja o giran su cabeza, incluso si la voz pertenece a un extraño y no a su dueño. Los gatos tienen 32 músculos en la oreja y pueden girarlas 180 grados, pero la ciencia ha demostrado que las usan para ignorarte.
En todo el mundo hay más de 600 millones de gatos que comparten hogar con humanos, han sido domesticados desde hace unos 9.500 años. En algunos países la cantidad de estas mascotas es igual o incluso mayor que la de los perros (como Japón, donde hay casi 9 millones de perros y 9,5 millones de gatos).
Sin embargo, sólo en la última década los científicos han comenzado a investigar la capacidad de los gatos para comunicarse con los humanos. El etólogo húngaro Adam Miklósi demostró que los gatos son capaces de seguir el gesto humano de señalar con el dedo comida, por ejemplo, de manera similar a los perros.
Además, Moriah Galvan y Jennifer Vonk de Oaklan University, probaron que los gatos son modestamente sensibles a las emociones de su dueño, y otras investigaciones han indicado que su comportamiento está influido por el estado de ánimo de los humanos.
Estas y otras investigaciones ilustran que los gatos domésticos tienen la capacidad de reconocer las señales gestuales, faciales y vocales de los humanos, según un estudio de Atsuko Saito y Kazutaka Shinozuka de la Musashino University publicado en la revista Scientific Reports, de Nature.
Con todo esos antecedentes, no es sorprendente que los gatos —o cualquier animal doméstico— estén atentos al sonido de sus nombres porque muy a menudo les siguen recompensas, como la comida o el juego, o castigos... como un viaje al veterinario. No obstante, los estudios muestran que logran reconocer el sonido de sus nombres, pero no hay pruebas suficientes para aseverar que los gatos entiendan realmente el concepto de un nombre.
Tampoco significa que tu gato vaya a venir cuando llames. Mientras que algunos gatos respondieron a sus nombres girando la cabeza o moviendo las orejas, menos del 10% se levanta para acercarse al sonido, según la investigación de Saito y Shinozuka.
“Los gatos son tan buenos como los perros para aprender”, dijo a Nature John Bradshaw, un biólogo de la Universidad de Bristol que no participó en el estudio. Sin embargo, aseguró que “no están tan interesados en mostrar a sus dueños lo que han aprendido”.
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